El arte ha sido una constante en mi vida. Desde joven, encontré en la creatividad una forma de expresión inigualable, y fue durante mi adolescencia, junto a una amiga, que inventamos un alfabeto único. Este alfabeto se convirtió en la chispa que encendería la llama de mi carrera artística, utilizándolo como el disparador de todas mis obras.

El proceso de mi creación artística comienza con la escritura. Primero, redacto oraciones, rezos, poesías y frases que me inspiran. Este acto de escribir no solo me ayuda a plasmar mis pensamientos y emociones, sino que también sirve como la base sobre la cual se construyen mis obras. Cada palabra escrita tiene una intención y una energía que se transfieren al papel.

Cada obra que creo es una manifestación de mi viaje personal y artístico. El alfabeto inventado en mi adolescencia sigue siendo una fuente de inspiración constante, recordándome la importancia de la creatividad y la libertad en el arte.

A través de mis obras, busco conectar con el espectador y transmitirles un sentido de asombro y belleza, invitándolos a descubrir sus propias interpretaciones y emociones.

Mi recorrido por el arte no es lineal. Me permití desde chica, investigar y recorrer los diferentes lenguajes que el arte nos regala. Dentro de ese recorrido, hice escultura con Leo Vinci y José Piuma, en la pintura pude aprender de varios artistas recordando especialmente a Matilde Gandia Vidal y Mirta Narosky.

Realicé varias muestras grupales y en el año 2024 hice una muestra personal con mis alumnos de cerámica. 

Desde hace 4 años tengo un taller de cerámica y doy clases a niños en mi ciudad. 

En resumen, mi proceso artístico es un reflejo de mi vida y mis experiencias, donde la escritura, la escultura, el tejido, la cerámica, el dibujo, el color y el agua se combinan para dar forma a obras de arte únicas y envolventes. Es un viaje de exploración y descubrimiento donde cada trazo y cada color cuentan una historia, y donde lo abstracto se convierte en una forma de expresión poderosa y liberadora.