Ignacio Malara
Mi relación con el arte comenzó cuando vivía en New York (a raíz de una fuerte experiencia familiar). Contaba con 16 años y nunca había pensado que me convertiría en artista plástico. Acompañando a mi hermano que luchaba con su enfermedad, contaba con tiempo libre. Fue así como un día por consejo de él y mi padre, tomé un pincel. Sentí como si le hubiesen quitado un velo a mis ojos. Para mí pintar era algo totalmente nuevo.
Desenfrenadamente me instalaba en el MET Museum a copiar y contemplar a los Grandes Maestros.
Luego de la perdida de mi hermano, regresé a la Argentina decidido a estudiar Arte. Fue así como ingresé a la Universidad, mientras paralelamente estudiaba pintura con un Maestro local llamado Tito Acuña. La Naturaleza fue la gran inspiración.
Así como estudiaba pintura, estudiaba la Biblia, e iba de a poco vislumbrando el eje de mi producción artística.
Autores como Ernesto Sábato, San Pablo, Van Gogh y San Agustín iluminaban el sendero. Y a los costados de ese sendero, podía darme cuenta que lo que veía era a Dios.
De a poco el estudiante de arte fue dejando lugar al artista. Con muchas muestras realizadas tanto colectivas como personales e innumerables premios y distinciones se fue puliendo el “trabajador del arte” que me considero hoy.
Al poco tiempo comenzaron las series de trabajos, en las que podía expresar de manera más contundente una idea. Entonces comencé a trabajar en ellas: de paisajes, de mi experiencia en New York, de mi viaje a Europa, de Van Gogh, de Monet, de mi Maestro, de estados de Instagram de distintas personas, de retratos, etcétera.
Mas adelante comencé a dar clases de Arte (soy profesor de Bellas Artes) tanto en las escuelas como en la Universidad y en Centros Culturales.
Asimismo comencé a realizar murales a gran escala en diversos puntos de mi ciudad.
Hoy en día, luego de casi 30 años de aquella iluminada jornada en que tomé un pincel por primera vez en mi vida, considero el arte como mi manera de relacionarme con el mundo.
Mi objetivo en la vida es hacer arte y plasmar todo el torbellino de ideas que vuela (pero no anida) sobre mí cabeza. Pinto mi torbellino, mí caos.
Me interesa alterar al espectador, quiero sacudir su alma y en especial su espíritu. Siento una misión: denunciar, gritar y patalear. Todo el tiempo mí pintura tiende a ser un llamado a lo simple. Vivimos en un mundo totalmente fuera de foco, que no hace falta describir mucho. Como dice Van Gogh: “Descubro temas de cuadro o de dibujo en la casita más pobre, en el rincón más mugriento. Mi espíritu es llevado en ese sentido por una pendiente irresistible…”, y es en esa frase donde mi pintura cobra sentido.
Mi acercamiento a la pintura es un choque BESTIAL como casi toda mi relación con el mundo. No importa lo que pinte, lo que se ve es la parte más profunda de mí ser.
Lo que más deseo en la vida es pintar. Me muevo y me relaciono en función de la pintura. Mi producción es inagotable, ya que mis intenciones son simples y claras. Mi ambición como pintor no me permite pensar en otra cosa más que en la pintura.
Actualmente baso mí trabajo en la historia del arte, la Biblia, experiencias personales, la TV, en libros o simplemente en ideas del torbellino.
A la hora de trabajar despliego mi colección de libros de arte, y con un sentido de reverencia, dejo mi mente bailar con los grandes maestros. Es en este proceso creativo donde inconscientemente absorbo imágenes repetidas e idolatradas al punto de desconocerlas (o tratar de desconocerlas) y plasmar sobre distintas superficies la relación de Dios con el humano, la relación del humano con el humano, y la relación del humano con la Naturaleza.
Sala de Arte de Ignacio
Dejen a los niños venir a mí o un Homo Antecessor más parecido a la inteligencia artificial interactuando con Dios
$3.250.000110 x 130 cm
El día que la agricultura le dió a la carne la codicia
$3.575.000120 x 150 cm
La sombra de Fran y la mía sobre el Riachuelo. Atrás otros sapiens se siguen aplastando las cabezas
$3.575.000140 x 150 cm
Autorretrato como el rey de los tomadores
$3.087.50080 x 80 cm
Eva y Adán sufriendo por descubrir la agricultura
$4.875.000180 x 190 cm